- Creo en una ciudad, en una casona, en una casa-grande donde vivimos y compartimos miles de familias, creo en lo hiperlocal y en esta ciudad, no necesariamente «porque me vio nacer»
- Creo en la democracia, no creo en la obligación de votar
- Creo en el Alcalde recién electo como un administrador temporal de la cosa pública, no creo en un mesías ni en un super-héroe
- Pero también creo en el poder veedor de la ciudadanía, en su capacidad de auto-organizarse, de proponer, de criticar, de aportar y de exigir
- Creo que los tiempos han cambiando, lo seguirán haciendo, aunque algunos de los triunfadores de hoy aún no se han dado cuenta, quizás yo tampoco
- Quisiera creer que los grandes horizontes de una ciudad están por encima de pequeños egoísmos cegados por el apetito desmesurado de poder, quisiera creer… me cuesta mucho hacerlo
- Creo y me inspira cuando se cierra la campaña, se olvida el pasado y se mira el trabajo a futuro, cuando esa inspiración toca a otras personas y se convierte en un orgullo colectivo que mueve a la acción
- No creo y rechazo la paranoia del poder cuando se siente criticado, la poca capacidad de generar escuela política, el personalismo figurativo, el reduccionismo de ver a un ciudadano sólo como un votante, y el servilismo acrítico que el mandante fomenta a su alrededor
- No creo en una elección para cinco años gracias a una campaña de mes y medio. Creo en el largo plazo, en Juan de Salinas, en Manuel Carrión Pinzano, en Pío Jaramillo, en Juan Vicente Requejo y en el Pongo de Manseriche
- Tengo esperanza
- Creo en Loxa, en una ciudad que es y será más, mucho más, creo en #LoxaEsMás
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