Julio César Hidalgo, Director de Investigación de la Superintendencia de Telecomunicaciones, es entrevistado por El Comercio en el artículo «Datos personales se venden sin límites«. Partiendo de que El Comercio no interpretó mal sus declaraciones (algo muy frecuente), creo que es necesario hacer una precisión a pesar de que casi todo el texto es acertado.
El Reglamento a la Ley de Comercio Electrónico, Firmas Electrónicas, y Mensajes de Datos, vigente desde 2002, en el artículo 22 textualmente dice:
Envío de mensajes de datos no solicitados. El envío periódico de información, publicidad o noticias promocionando productos o servicios de cualquier tipo observará las siguientes disposiciones:
a. Todo mensaje de datos periódico deberá incluir mecanismos de suscripción y desuscripción; …
Por tanto, si una persona no ha solicitado claramente darse de alta (suscripción) previamente por cualquier medio impreso o digital, solamente con recibir el primer correo spam la empresa o persona que lo envía (remitente) ya estaría infringiendo este apartado; en otras palabras, enviar el primer correo electrónico masivo publicitario no solicitado (spam) ya es una infracción. Pero hay otro problema mayor: los spammers envían correos de forma indiscriminada y a mansalva, sabiendo que muchas cuentas de correo están inactivas, una forma de saber que hay una persona viva/activa detrás de una cuenta de correo es recibiendo una respuesta, la que sea; luego de que un usuario recibe el primer spam y solicita darse de baja en realidad está avisando al spammer que sue cuenta está activa, dependiendo de los escrúpulos del spammer éste podrá darlo de baja solamente de esa publicidad, agregarlo a otra publicidad de otro cliente, vender esa base de datos a otras personas, o simplemente no hacer nada.
Estoy de acuerdo que se debería regular muchos aspectos sobre los datos personales, pero al menos en el tema de spam hay un reglamento que está en vigencia y que se lo puede usar a favor del usuario. Por otro lado, si apenas existen dos casos denunciados en lo que va del año, es una clara muestra de la falta de desconfianza en el proceso legal; alguna vez –con un grupo reducido de usuarios– se pensó tomar otras medidas paralelas (blacklist, denuncia pública, activismo. etc.) que al final tampoco cuajaron.
Y mientras tanto, nos seguimos llenando de spam, pagando ancho de banda para descargarlo y saturando servidores de correo para recibirlo.
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