En 1996 y con 22 años a cuestas fundé mi primera empresa, «Genesys Sistemas» (nunca llegó a tener una página web porque en aquella época internet estaba despegando) que se dedicó a algo que era impensable o muy riesgoso en un entorno como Ecuador, en una ciudad como Loxa: vender computadoras Apple.
En 2008 fundé la segunda empresa de mi vida, «Yamburara» (les queda de tarea averiguar de dónde salió ese nombre). Casi dos años después, con algo de nostalgia, vendí mis acciones.
En el 2010 vino el tercer emprendimiento, «Caxanuma» del cual tengo la insensatez de decir que me llevo la experiencia del fracaso, dicho sea de paso en otro momento hablaré del enfoque del fracaso, aquí una pista (y con un evento próximo en Quito). Liquidé el emprendimiento hace un año con pérdidas moderadas, conservo el dominio porque es barata su renovación anual, y porque para mi es un ejemplo visible de lo que NO SE DEBE HACER en un emprendimiento, como la luz encendida de un faro que alerta las rocas amenazantes de la orilla.
Hace poco más de un año, junto a mi «hijo 2.0» macool (@macool) fundamos el cuarto de mis emprendimientos y el primero de él. En vez de escoger un nombre apegado al paradigma de lo tecnológico, como por ejemplo «TechMaxHyp-74Hi» optamos por algo más fresco, que refleje lo que somos, out of the box, corto, sencillo, fácil de recordar, y en minúsculas: noggalito.
Somos una startup de base tecnológica incubada en prendho que desarrolla software a la medida. Para finales de este año tendremos nuestro primer producto terminado en sociedad con otro emprendimiento (todavía no puedo hablar de eso aunque me pican las manos por hacerlo); mientras tanto, para operar durante este primer año nos hemos financiado con nuestros ahorros y con proyectos pequeños que nos han dejado unas utilidades marginales. Ahora que reviso esta línea de tiempo corroboro con felicidad que he podido unir dos de las grandes pasiones profesionales de mi vida: tecnología y emprendimiento.
En el libro «La disciplina de emprender» de Bill Aulet leí una idea que me pareció bastante sensata:
La única condición necesaria y suficiente para que exista una empresa es un cliente que pague. El día que alguien pague por tu producto o tus servicios tienes una empresa, no antes.
Si bien noggalito se fundó a mediados de junio del 2015, justamente hoy se cumple un año de que emitimos nuestra primera factura a un cliente real que pagó por un servicio que le ofrecimos.
Un año después de nuestra primera factura, con algunos proyectos en marcha, con recursos humanos repartidos en Loxa, Quito, Piura y próximamente en España, me alegra comprobar que el emprendimiento no es solamente un conjunto de saberes teóricos necesarios recibidos en un aula de clase, me motiva a afirmar que si bien nuestra escala de emprendimiento aún es modesta para afrontar la crisis que atravesamos, y también me ilusiona la celebración de estos primeros 365 días de trabajo en esta lancha rápida pirata que navega en medio de este inmenso mar de información.
Quiero compartir esta alegría con ustedes, quiero agradecer a mi socio y a nuestro equipo de trabajo por el esfuerzo sostenido, también quiero agradecer a todos los clientes que hasta ahora han confiado en nosotros, y también quiero celebrarlo, salud por noggalito !
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